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Las Luciérnagas de Tagore |
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Luciérnagas
Mis sueños son luciérnagas,
chispas de luz viviente,
centelleando en la oscuridad.
Las voces de las margaritas en el camino,
que brotan sin pretensiones,
son meros murmullos de este mi tiempo fugaz.
En las cuevas somnolientas y oscuras de la mente,
los sueños construyen sus nidos con fragmentos
perdidos durante el viaje de mi día.
La primavera esparce los pétalos de las flores
que no han sido destinadas a ser frutos del futuro
sino caprichos del instante.
La alegría, liberada de las ataduras de la tierra durmiente,
fluye con ímpetu hacia incontables hojas
y baila en los aires durante todo un día.
Mis palabras, pronunciadas con levedad
tal vez sigan danzando sobre las olas del tiempo
el día que mis obras de gran peso ya se hayan hundido.
Las mariposas nocturnas de la mente
se dotan de delicadas alas
y emprenden el vuelo de despedida
en el cielo del crepúsculo.
La mariposa no cuenta los meses, sino los momentos,
y tiene tiempo de sobra.
Con una carcajada, mis pensamientos -como chispas-
vuelan montados en sorpresas con alas.
Con amor, el árbol contempla su hermosa sombra,
que sin embargo nunca podrá alcanzar.
Deja que mi amor te abrace como la luz del sol
pero dándote la más luminosa libertad.
Los días son burbujas coloridas
flotando sobre la superficie de una noche inescrutable.
Mis ofrendas son demasiado tímidas para pedirte que las recuerdes,
tal vez por eso las recuerdes.
Si es una carga para ti,
olvídate de que este regalo te lo hice yo,
pero quédate al menos con mi canción.
El mes de abril, como un niño,
escribe jeroglíficos sobre el polvo con flores,
los borra de nuevo y se olvida.
La memoria, la sacerdotisa,
mata el presente
y sacrifica su corazón en los altares del pasado ya difunto.
De la solemne penumbra del templo
los niños salen corriendo para sentarse en el polvo.
Dios contempla sus juegos
y se olvida del sacerdote.
En un momento de iluminación, mi mente se alza
en pensamientos torrenciales,
como un arroyo con su torbellino repentino,
que nunca volverá a repetirse.
En la montaña, el silencio se levanta
para explorar su propia altura;
en el lago, el movimiento se detiene
para contemplar su propia profundidad.
El único beso de la languideciente noche
sobre los todavía cerrados párpados de la mañana,
brilla con la estrella del alba.
Muchacha, tu belleza es como un fruta
antes de madurar,
tersa de un secreto inquebrantable.
La tristeza que ha perdido la memoria
es como las horas mudas de la oscuridad,
donde no hay cantos de pájaros
sino sólo el chirrido de los grillos.
El fanatismo intenta agarrar la verdad con el puño
hasta estrangularla.
Para darle coraje a una tímida lamparita
la gran noche enciende todas las estrellas.
Aunque esté abrazando a la Tierra,
el cielo está infinitamente lejos.
Dios busca compañeros y pide amor,
el diablo busca esclavos y exige obediencia.
Como pago por sus servicios, la tierra
mantiene al árbol atado a ella;
el cielo no pide nada y lo deja en libertad.
Como una joya, la inmortalidad
no presume de sus muchos años,
sino de su brillo momentáneo.
El niño vive siempre en el misterio de la juventud eterna,
que el polvo de la historia no puede cubrir.
Con una dulce sonrisa, la creación
camina con ligereza a través del tiempo.
Por la mañana sentí la cercanía de una persona distante,
pero la sentí aún más cerca cuando la noche se la llevó.
Las adelfas blancas y rosadas se juntan
y se entretienen alegremente en diferentes dialectos.
Cuando la paz pasa a la acción para deshacerse de la suciedad,
se convierte en tormenta.
El lago se encuentra al pie de la colina,
como una súplica llorosa del amor
postrado a los pies de lo inamovible.
El Niño Divino sonríe
entre sus juguetes de nubes sin sentido
de luces y sombras efímeras.
La brisa le susurra a la flor de loto:
"¿cuál es tu secreto?"
"¡yo misma!", le responde la flor,
"¡róbalo y desapareceré!"
La libertad de la tormenta y la esclavitud del tronco
se dan la mano durante la danza de las balanceantes ramas.
Los susurros de amor del jazmín al sol son sus flores.
El tirano exige libertad para matar la libertad
para luego quedarse con ella.
Hartos de su paraíso, los dioses envidian al hombre.
Las nubes son montañas de vapor;
las montañas son nubes de piedra,
una fantasía de los sueños del tiempo.
Dios espera que Su templo sea construido con amor;
los hombres traen piedras.
Acaricio a Dios en mi canción;
cómo la montaña, con su cascada,
acaricia el mar lejano.
La luz encuentra su tesoro de colores
a través del antagonismo de las nubes.
Mi corazón diurno le sonríe a su noche llena de lágrimas
como un árbol centelleando en el sol después de la lluvia.
Di las gracias a los árboles que colmaron de frutos mi vida,
pero olvidé recordar la hierba,
que siempre la mantuvieron verde.
El "uno" sin el "otro" es el vacío;
el otro "uno" lo hace realidad.
Los errores de la vida buscan una belleza piadosa,
capaz de integrar su aislamiento
en la armonía con el todo.
Uno espera su agradecimiento por haberlos ahuyentado del nido,
ahora que tienen una jaula tan bien proporcionada y segura.
Con amor pago mi eterna deuda contigo,
por aquello que tú eres.
En su oscuridad, el estanque transmite su poesía en forma de lirios,
y el sol dice que son hermosos.
Tus calumnias contra lo grande son impías,
porque te dañan a ti mismo;
calumniar lo pequeño es vil,
porque daña a la víctima.
La primera flor que brotó sobre la Tierra
fue una invitación a la canción que todavía no había nacido.
La aurora – la flor polícroma – se marchita
para devenir un simple fruto luminoso
– el sol.
La boca que duda de su sabiduría
reprime la voz que quiere gritar.
En la tormenta, el viento intenta apoderarse de la llama
– sólo para apagarla.
El juego de la vida es rápido,
los juguetes de la vida van cayendo uno tras otro
y acaban siendo olvidados.
Flor mía, no busques el paraíso
en el ojal de un necio.
Hoy te has levantado tarde, mi luna creciente,
pero mi pájaro nocturno sigue despierto para saludarte.
La oscuridad es la novia velada,
que en silencio espera la luz errante
para volver a su seno.
Los árboles son el interminable intento de la tierra
de hablar con el cielo que escucha.
La carga del yo es más llevadera
cuando me río de mí mismo.
Los débiles pueden ser terribles
porque intentan frenéticamente parecer fuertes.
El viento del cielo sopla,
el ancla se agarra desesperadamente al lodo,
y mi barco golpea con el pecho contra la cadena.
El espíritu de la muerte es "uno",
el espíritu de la vida es "muchos".
Cuando Dios está muerto, la religión se vuelve "uno".
El azul del cielo añora el verde de la tierra,
y entre ambos el viento suspira su "Ay".
El dolor del día a día, amortiguado por su propia brillantez,
arde entre las estrellas de la noche.
Las estrellas se juntan alrededor de la noche virgen
con el pudor silencioso de su soledad,
que nunca podrá ser tocada.
La nube entrega todo su oro
al sol poniente
y saluda a la luna naciente
con una mera sonrisa pálida.
Quien hace el bien llega hasta las puertas del templo;
quien ama llega hasta el Altar.
Flor, ten piedad de la oruga;
no es una abeja:
su amor es torpe y pesado.
Con las ruinas de la victoria del terror
los niños construyen sus casas de muñecas.
La lámpara espera, ninguneada durante el largo día,
el beso de la llama en la noche.
Perezosas y satisfechas, las plumas yacen sobre el polvo;
han olvidado su cielo.
La flor que florece en la soledad
no necesita envidiar a las espinas,
que son tan numerosas.
Nada hace sufrir más al mundo que la tiranía desinteresada
de los que le desean lo mejor.
Alcanzaremos la libertad cuando hayamos pagado íntegramente el precio
de nuestro derecho de vivir.
Tus repentinos regalos sin motivo,
como meteoritos en una noche de otoño,
se incendian en las profundidades de mi ser.
La fe que aguarda en el corazón de una semilla
es la promesa de un milagro de la vida
que no puede demostrarse de inmediato.
La primavera vacila ante las puertas del invierno,
pero la flor de mango corre hacia ellas prematuramente,
hacia su propia perdición.
El mundo es la espuma siempre cambiante
que flota en la superficie de un mar de silencio.
Las dos orillas opuestas mezclan sus voces
en una canción de lágrimas insondables.
Como un río en el mar,
el trabajo encuentra su realización
en las profundidades del ocio.
Me detuve en el camino hasta que tu cerezo perdió las flores;
pero la azalea me transmitió, amada mía, tu perdón.
Tu tímido y pequeño brote de granado,
que se ruboriza detrás de un velo,
se convertirá en una flor apasionada
- mañana, cuando yo me haya ido.
La torpeza del poder rompe la llave
y utiliza el hacha.
El nacimiento nos lleva del misterio de la noche
al aún más grande misterio del día.
Estos mis barquitos de papel están pensados para bailar
sobre las suaves olas de las horas
y no para llegar a un destino.
Como pájaros migratorios, mis canciones salen volando de mi corazón
y buscan sus nidos en tu voz llena de amor.
El mar de peligros, dudas y negaciones
que rodea la pequeña isla de seguridad del hombre,
es un reto para que éste ose lo desconocido.
El amor castiga con el perdón,
la belleza herida con un terrible silencio.
Vives solo y sin ingresos
porque el mundo teme tu gran valor.
El mismo sol nace de nuevo en nuevos países
- en un círculo de incontables ocasos.
El mundo de Dios siempre se renueva con la muerte;
el de los titanes es aplastado por su propia existencia.
Mientras la luciérnaga está explorando el polvo
no sabe que en el cielo hay estrellas.
El árbol es joven, la flor es vieja,
porque es portadora del mensaje
de la semilla eterna.
Cada nueva rosa me envía saludos
de la Rosa de una primavera eterna.
Dios me honra cuando trabajo;
y me ama cuando canto.
Mi amor de hoy no encuentra un hogar
en el nido de mi amor de ayer.
El fuego del dolor traza para mi alma
un sendero luminoso que atraviesa su tristeza.
La hierba sobrevive a la colina
porque renace de sus incontables muertes.
Desapareciste de mi vista
dejando una huella invisible en el azul del cielo,
una imagen invisible en el viento
que sopla entre las sombras.
Apiadada de la rama pelada
la primavera le dio un beso
- en el temblor de una hoja solitaria.
La tímida penumbra en el jardín
ama al sol en silencio;
sonrientes, las flores presienten su secreto
mientras las hojas susurran.
Mis alas no dejaron huellas en el aire,
pero soy feliz de haber volado.
Las luciérnagas, centelleando entre las hojas,
asombran a las estrellas.
La montaña permanece inamovible
aunque parezca que la niebla la haya derrotado.
Mientras la rosa le dice al sol:
"nunca te olvidaré",
sus pétalos caen en el polvo.
Las montañas son el gesto desesperado de la tierra
de alcanzar lo inalcanzable.
Aunque me pinché con las espinas de tu flor,
oh belleza,
te estoy agradecido.
El mundo sabe que los pocos
son más que los muchos.
Amigo, no dejes que mi amor te sea una carga;
recuerda que el amor se basta a sí mismo.
El amanecer toca su flauta ante las puertas de la oscuridad,
y le gusta retirarse cuando sale el sol.
La belleza es la sonrisa de la verdad
cuando reconoce su propio rostro
en un espejo perfecto.
La gotita de rocío sólo conoce el sol
en su propio pequeño mundo.
Los pensamientos perdidos de las colmenas abandonadas
en todas las épocas pululan en el aire, zumbando alrededor de mi corazón
y buscando mi voz.
El desierto está encarcelado detrás de los muros
de su esterilidad sin límites.
En el bailoteo de las pequeñas hojas
veo la danza invisible del aire
y en su centelleo
los batidos secretos del corazón del cielo.
Eres como un árbol en flor,
te sorprendes cuando te alabo por tus ofrendas.
El fuego sacrificial de la Tierra
se inflama sobre sus árboles
dispersando sus chispas en flores.
Los bosques, las nubes de la tierra,
alzan su silencio hacia el cielo,
y las nubes de arriba descienden
respondiendo con chubascos.
El mundo me habla en imágenes,
mi alma responde en música.
El cielo reza su rosario durante toda la noche
con las perlas de las incontables estrellas
en memoria del sol.
La oscuridad de la noche es muda como el dolor,
la oscuridad del alba, silenciosa como la paz.
La soberbia esculpe en las piedras su ceño fruncido,
el amor se ofrece a las flores.
El pincel generoso restringe la verdad
a diferencia del lienzo, que es estrecho.
Mientras añora el cielo lejano
la colina desea ser como la nube
en su incansable ansia de búsqueda.
Para justificar sus propias manchas de tinta
le dicen noche al día.
Las ganancias le sonríen al bien
cuando el bien también trae ganancias.
Con inflada soberbia
la cresta de espuma duda de la verdad del mar,
se ríe y se estampa contra la nada.
El amor es un misterio infinito
porque no tiene más que a sí mismo para describirse.
Mis nubes, tristes en la oscuridad,
olvidan que ellas mismas
han ocultado el sol.
El hombre descubre su propia riqueza
cuando Dios viene a pedirle regalos.
Me has dejado tu memoria como llama
para mi lámpara de la separación.
He venido a ofrecerte una flor,
pero tu quieres todo el jardín, -
tuyo sea.
La imagen es un recuerdo de la luz,
enriquecido por la sombra.
Es fácil hacerle muecas al sol,
porque por su propia luz
está expuesto en todas las direcciones.
La historia sofoca lentamente su verdad,
pero rápidamente se esfuerza en revivirla
haciendo una terrible penitencia de dolor.
Me pagan mi trabajo en jornales,
espero que al final me valoren en amor.
El amor sabe decir "basta",
la barbarie siempre quiere más.
Dios ama ver en mí no a su siervo
sino a sí mismo sirviendo a los demás.
La oscuridad de la noche está en armonía con el día,
la mañana de niebla es disonante.
En los tiempos derrochadores de las rosas, el amor es vino;
en tiempos de hambre, cuando los pétalos han caído,
el amor es alimento.
En un país lejano, una flor desconocida
le dijo al poeta:
"¿acaso no somos del mismo suelo, amado mío"?
Soy capaz de amar a mi dios
porque él me da la libertad de negarle.
Con sus atormentados gritos de vergüenza,
mis cuerdas desafinadas claman música.
El gusano piensa que es extraño y necio
que el hombre no se coma sus libros.
Hoy, el cielo nublado tiene la visión
de una sombra de tristeza divina
en la frente de una eternidad pensativa.
La sombra de mi árbol es para todos los que pasan delante de él,
sus frutos son para la persona que estoy esperando.
Ruborizada por el ardor del crepúsculo
la tierra parece un fruto maduro
listo para ser cosechado por la noche.
En el nombre de la creación,
la luz acepta a la oscuridad como su cónyuge.
La caña espera el soplo de su maestro,
el maestro va a buscar su caña.
Para la pluma ciega, la mano que escribe es irreal,
y su escritura, sin sentido.
El mar golpea su propio pecho estéril
porque no tiene flores que ofrecerle a la luna.
La codicia por el fruto hace que no veas la flor.
En su templo de estrellas, Dios
espera que el hombre le traiga su lámpara.
Retenido en el árbol, el fuego crea flores;
liberada de sus ataduras, la llama desvergonzada
muere como ceniza estéril.
El cielo no coloca trampas para capturar a la luna,
porque ella está atada por voluntad propia.
La luz que llena el cielo
busca sus límites en una gotita de rocío en la hierba.
La riqueza es el lastre de la grandeza,
el bienestar, la plenitud de la existencia.
Cuando se burla del sol,
la hoja de afeitar está orgullosa de su agudeza.
La mariposa tiene tiempo libre para amar al loto;
no así la abeja, tan ocupada en almacenar la miel.
Niño, traes a mi corazón
el murmullo del viento y el agua,
los silenciosos secretos de las flores, los sueños de las nubes,
la muda mirada maravillada del cielo de la mañana.
El arco iris delante de las nubes puede ser grande,
pero la pequeña mariposa entre los matorrales lo es aún más.
La niebla teje su tela alrededor de la mañana,
la cautiva y la ciega.
La estrella de la mañana le susurra al crepúsculo:
"Dime que sólo estarás aquí para mí"
"Si", contestó éste,
"y también para aquella flor sin nombre".
El cielo permanece infinitamente vacío
para que la tierra pueda construir su paraíso con los sueños.
Tal vez la luna creciente sonríe con incredulidad
cuando le dicen que sólo es un fragmento
a la espera de la perfección.
Deja que la tarde perdone los errores del día
para así poder estar en paz consigo misma.
La belleza sonríe recluida en el capullo,
en el seno de una dulce obra inacabada.
Con sus alas, tu amor de mariposa apenas rozó
mi flor de girasol
y nunca le preguntó si estaría dispuesta a renunciar a su miel.
Las hojas son silencios alrededor de las flores,
que son sus palabras.
El árbol lleva sus mil años a cuestas
como si fuera un instante largo y majestuoso.
Mis ofrendas no son para el templo al final de la calle,
sino para los santuarios al borde del camino,
que me sorprenden en cada esquina.
Tu sonrisa, amada mía, es como la fragancia de una flor extraña,
simple e inexplicable.
La muerte se ríe cuando exageramos los méritos de los muertos,
porque llenan su granero más de lo que ella puede pedir.
En vano, el suspiro de la costa persigue
la brisa que empuja el barco a través de la mar.
La verdad ama sus límites,
porque allí encuentra las cosas hermosas.
Entre las orillas del Yo y el Tú
está el océano rugiente, el oleaje de mi propio ser,
que anhelo cruzar.
El derecho a poseer presume neciamente
de su derecho de disfrutar.
La rosa es mucho más
que una mera disculpa por sus espinas.
El día ofrece su laúd de oro
al silencio de las estrellas
pidiéndole que lo afine para la vida interminable.
El sabio sabe enseñar,
el necio sabe herir.
En pleno corazón de un interminable baile de círculos
el centro se mantiene quieto y silencioso.
El juez cree ser justo cuando compara
el aceite de la lámpara de su prójimo
con la luz de su propia lámpara.
La flor cautiva en la corona del rey
sonríe amargamente cuando una flor silvestre la envidia.
La nieve acumulada es una carga para la montaña
la nieve derramada en caudales recae sobre las espaldas del mundo entero.
Escucha la oración del bosque
por su libertad en las flores.
Deja que tu amor me contemple
incluso a través de la barrera de la cercanía.
El espíritu del trabajo está integrado en la creación
para llevar y ayudar al espíritu del ocio.
Soportar la carga de un instrumento,
calcular los costes de su elaboración
sin saber que sirve para hacer música,
es la tragedia de una vida sorda.
La libertad es el pájaro que siente la luz
y que canta antes de que el sol se levante.
Te traigo, oh noche, el cáliz vacío de mi día;
enjuágalo con tu fresca oscuridad
para la celebración de un nuevo amanecer.
Cuando el abeto de montaña se mece apaciblemente,
convierte el recuerdo de sus luchas con las tormentas
en un himno de paz.
Cuando me rebelaba,
Dios me honraba luchando contra mí,
y me ignoraba cuando yo estaba lánguido.
El sectario piensa que ha conseguido meter el mar
en el estanque de su jardín.
En las umbrías profundidades de la vida
están los nidos solitarios de los recuerdos
que huyeron de las palabras.
Deja que mi amor encuentre su fuerza
en las tareas del día
y su paz en la unión con la noche.
A través de las hojas de la hierba,
la vida envía su silencioso himno de alabanza a la luz,
que no tiene nombre.
Las estrellas de la noche
son los recuerdos de las flores marchitadas de mi día.
Ábrele la puerta a lo que tiene que dejarte,
porque una pérdida atada se vuelve un obstáculo.
El verdadero objetivo no es alcanzar los límites
sino la perfección sin límites.
La orilla le susurra al mar:
"Escríbeme lo que tus olas intentan decir".
El mar escribe y escribe con su espuma
y vuelve a borrar las líneas con un rugido de desesperación.
Deja que el roce de tus dedos hagan vibrar mis cuerdas vitales
haciendo la música tuya y mía.
Mi mundo interior, que mi vida ha redondeado como un fruto
madurándolo en la alegría y en la tristeza,
caerá en la oscuridad de la tierra madre
para un nuevo ciclo de la creación.
La forma está en la materia, el ritmo en la fuerza,
el significado en la persona.
Unos buscan la sabiduría, otros la riqueza,
yo busco tu compañía para poder cantar.
Como los árboles sus hojas, dejo caer mis palabras sobre la tierra;
deja que mis pensamientos puedan florecer en tu silencio sin ser expresados.
Qué mi fe en la verdad y mi visión de lo perfecto,
oh maestro, te sean útiles en tu creación.
Todas las delicias que pude degustar
en los frutos y las flores de la vida,
déjame ofrecértelas al final de la fiesta,
en una perfecta unión de amor.
Muchos han reflexionado y explorado en profundidad
el significado de tu verdad,
y son grandes hombres;
yo escuché para capturar tu música,
y estoy maravillado.
El árbol es un espíritu alado
liberado de las ataduras de la semilla,
que prosigue su aventura de la vida
hacia lo desconocido.
El loto ofrece su belleza al cielo,
la hierba sus servicios a la tierra.
Con devoción, el beso del sol ablanda
la avaricia del fruto verde aferrado a la rama.
La llama encontró la lámpara mundanal en mi interior
- ¡qué maravilla de luz!
Los errores viven en el vecindario de la verdad;
por eso nos seducen.
La nube se burlaba del arco iris:
"Tú no eres más que un vanidoso,
metido en tu vacuidad de chillones colores".
Con calma, el arco iris respondió:
"Soy tan inevitablemente real como el mismísimo sol".
No me dejes ir en vano a tientas por la oscuridad
más mantén mi mente en la esperanza
de que el día amanecerá
y que la verdad aparecerá
en toda su simplicidad.
Durante la noche silenciosa
oigo como vuelven las vagantes esperanzas de la mañana
y pican a la puerta de mi corazón.
Mi nuevo amor viene
y me trae la riqueza eterna de mi viejo amor.
La tierra contempla a la luna y se sorprende
de ver toda la música reflejada en su sonrisa.
El día, con su mirada curiosa,
hace que las estrellas huyan.
Mi mente celebra la verdadera unión contigo, oh cielo,
desde la ventana que me pertenece,
y no ahí fuera, al aire libre,
donde tu tienes tu único reino.
El hombre reivindica las flores de Dios como suyas
cuando las teje en una guirnalda.
La ciudad enterrada, puesta al desnudo por el sol de una nueva era,
se avergüenza de haber perdido todas sus canciones.
Al igual que el dolor de mi corazón, que hace tiempo perdió su sentido,
los rayos del sol vestidos de oscuro,
se esconden debajo de la tierra.
Al igual que el dolor de mi corazón ante una repentina caricia de amor,
cambian de velo cuando la primavera los llama
y salen de nuevo para acudir al carnaval de los colores
disfrazados de flores y de hojas.
La flauta vacía de mi vida
espera la música final
como la oscuridad primaria
antes de que salgan las estrellas.
Liberarse de las ataduras de la tierra
para el árbol no es un acto de liberación.
El tapiz de la historia de la vida está tejido
con los hilos de los lazos humanos,
que continuamente se atan y desatan.
Los pensamientos de mi mente que jamás fueron capturados por las palabras
acuden a mi canción y bailan.
Esta noche mi alma se pierde
en el corazón silencioso de un árbol,
que crece solo entre los susurros de la inmensidad.
Las conchas de las madreperlas desechadas por el mar
en la playa estéril de la muerte, -
¡qué magnífico derroche de la vida creativa!
La luz del sol me abre las puertas del mundo,
la luz del amor, las puertas de sus tesoros.
Al igual que la caña con sus nudos,
mi vida tiene sus juegos de colores
que pasan a través de las rendijas de sus esperanzas y sus logros.
No dejes que mi agradecimiento hacia ti
me despoje de mi silencio de un homenaje más pleno.
Las aspiraciones de la vida
se presentan vestidas de niño.
La flor marchita suspira
porque la primavera se ha ido para siempre.
En el jardín de mi vida
encontré mi riqueza en las sombras y luces
que nunca son recogidas y acaparadas.
La única fruta que me gané para siempre
es la que tú aceptaste.
El jazmín sabe que el sol es su hermano
en el cielo.
La luz es joven, la viejísima luz;
las sombras son creaciones del momento, porque nacen ya viejas.
Puedo sentir que el transbordador de mis canciones al final del día
me llevará a la otra orilla,
desde donde podré ver.
La mariposa que revolotea de flor en flor
es mía para siempre,
la que he cazado con la red, la perderé.
Tu voz, pájaro libre, alcanza mi nido nocturno,
y mis alas somnolientas sueñan
con un viaje a la luz
encima de las nubes.
No puedo entender el sentido del papel
que juego en mi vida,
porque desconozco los papeles
que juegan los demás.
La flor se despoja de todos sus pétalos
y encuentra el fruto.
Dejo mis canciones tras de mí
para las siempre recurrentes madreselvas
y la alegría de los vientos del sur.
Perdiendo su existencia en el suelo, las hojas muertas
son partícipes de la vida del bosque.
La mente siempre busca sus palabras
en sus sonidos y silencios
como el cielo lo hace con su oscuridad y su luz.
La oscuridad invisible toca su flauta
y el ritmo de la luz
remolinea hacia las estrellas y los soles,
hacia los pensamientos y los sueños.
Mis canciones son para cantarte
que yo amaba cuando tú cantabas.
Cuando la voz del Silencio roza mis palabras
yo Le reconozco, y por lo tanto me conozco a mí mismo.
Mando mis últimos saludos a aquellos
que conociendo mis imperfecciones me quisieron.
El amor no se puede regalar;
espera a ser aceptado.
Cuando venga la muerte y me susurre:
"tus días han terminado",
déjame que le diga: "He vivido en el amor,
no sólo en el tiempo".
Ella me preguntará: "¿Acaso tus canciones perdurarán?"
Yo contestaré: "No lo se, sólo se
que cuando cantaba a menudo encontraba mi eternidad."
"Déjame encender mi lámpara",
dice la estrella,
"y no me preguntes
si ello ayudará a disipar las tinieblas".
Ojalá que antes de finalizar mi viaje
pueda alcanzar en mi interior
a aquel que lo es todo,
dejando tras de mí la cáscara
flotando a la deriva con la multitud
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